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Auge del porno durante el confinamiento

A finales de 2019, un extraño virus comenzó a extenderse por la zona de la provincia china de Wuhan. En un mundo imparable donde todos los días surgen nuevas noticias, y la mayoría no precisamente positivas, aquello parecía solo una cáscara más en el imponente montón que estábamos acumulando. Sin embargo, el llamado Coronavirus, que no parecía revestir de especial gravedad al principio, comenzó a expandirse por todo el mundo. La hiperconexión que tenemos en nuestro planeta totalmente globalizado ayudó a que en pocas semanas, el virus ya estuviera presente en prácticamente todos los rincones del planeta. Algunos intentaron alertar del peligro que corríamos, porque al contrario de lo que se decía, el SARS Covid era mucho más que una simple gripe. Cuando la mayoría de estados reaccionaron, en marzo de 2020, ya era demasiado tarde. El virus había infectado a millones de personas, y los hospitales comenzaban a estar colapsados.

Se tomó entonces una decisión insólita: paralizar por completo el mundo a través del confinamiento de la población. Si el virus no podía moverse, si no podía infectar a nuevas víctimas, el problema quedaría resuelto. Así comenzó una etapa de restricciones que duraría semanas e incluso meses en algunos países, con la gran mayoría de la población encerrada en casa. Se buscaron fórmulas para teletrabajar, y aquellos que debían estar sí o sí en su puesto laboral tomaron todo tipo de precauciones para no infectarse. El virus, mientras tanto, seguía expandiéndose y provocando cientos de miles de muertos, sobre todo personas mayores, en todo el mundo. La economía frenó en seco durante la primavera de 2020, y aun hoy, dos años más tardes, está intentando recuperarse. Aquella extraña situación, que parecía sacada de algún libro de ciencia ficción o terror, nos dejó muchísimas enseñanzas. Algunas las hemos olvidado al poco de retomar la “normalidad”. Otras se nos han quedado grabadas en el subconsciente, aunque no lo entendamos del todo. Durante esas semanas de confinamiento nos dio tiempo a reflexionar y a pensar en muchas cosas. A tener más tiempo libre del que a veces deberíamos. Hubo quien intentó aprender idiomas, a tocar instrumentos, o aprovechó para leer o jugar… Y también quien tiró por lo más habitual: el porno.

Una pandemia inesperada

Aunque a finales de 2019 el virus ya estaba desatado en China, nadie vio venir lo que finalmente ocurrió en todo el mundo. Ni siquiera los más alarmistas proponían cierres totales de fronteras o confinamientos. Claro que de haber atajado la situación antes, seguramente tampoco habría que haber llegado a ese punto. Vivimos en un mundo absolutamente globalizado en el que cualquier decisión afecta a los demás, y si un país decidía cerrar sus fronteras, otros tendrían que asumir esa decisión. El desconocimiento sobre el nuevo virus tampoco ayudaba a actuar siempre de la mejor manera, ya que la falta de información suponía un gran lastre. La pandemia sacó lo mejor y lo peor del ser humano, y fue, sin duda, el momento histórico más extraño y surrealista que hemos vivido recientemente. Por eso, cada cual lo sobrellevaba como podía. Y no sorprendió a nadie que el consumo de pornografía se disparase.

El porno, una válvula de escape

Vivir una situación tan extraña como esta no es fácil. Uno se encomienda a los expertos, a los que se supone que saben sobre el tema, pero ni siquiera ellos parecían tener claras las decisiones a tomar. Los políticos trataban de convencernos con responsabilidad, pero cuando estás encerrado en casa sin poder salir, todo se vuelve mucho más complejo. La ansiedad y el estrés crecieron de forma notable durante esos meses, y también en el periodo posterior, cuando ya se pudo salir de casa. Teníamos mucho tiempo libre, podíamos descansar mejor y no trabajar tanto, pero también debíamos cargar con la inseguridad de no saber qué ocurriría en el futuro. ¿Cuánto duraría aquello? ¿Estarían bien mis familiares y seres queridos? ¿Se retomaría la normalidad tal y como la conocemos?

Toda aquella carga mental nos empujaba a buscar válvulas de escape para poder despejarnos. Es cierto que la situación fue un fastidio, pero sin duda hubiera sido mil veces peor de no disponer de Internet. La red nos ha permitido mantener el contacto con nuestros familiares y amigos a través de videollamadas, nos ha surtido de todo el entretenimiento que necesitamos con juegos, películas y música… Y por supuesto, también nos ha dado acceso a todo el porno que deseáramos, en un momento en el que nos venía genial poder desahogarnos con este tipo de contenido. De hecho, muchas webs como XVideos o Pornhub ofrecieron cuentas gratuitas durante un tiempo limitado, para ayudar, en cierta manera, a hacer el confinamiento mucho más liviano.

Mayor consumo también en Chile

La consecuencia era clara. El consumo general de Internet creció muchísimo en esas semanas de encierro, algo que por otra parte era de esperar. La gente estaba en casa, y utilizaba la red para todo, desde trabajo hasta entretenimiento. Las plataformas como Netflix o HBO tuvieron que reforzar sus servidores para aguantar la demanda de los usuarios. Y algo parecido ocurrió con las grandes páginas de contenido pornográfico. Según los datos obtenidos posteriormente, el consumo de porno creció entre un 40 y un 50% en ese periodo, especialmente en aquellos lugares donde las restricciones eran más férreas. Chile fue uno de ellos, y también vivió la fiebre del porno, especialmente durante los meses de abril y mayo de 2020, donde el consumo se disparó por completo.

Nuestra nación no suele aparecer en los rankings de países con mayor consumo de porno, pero es cierto que hay situaciones en las que esto cambia. Cuando los chilenos tuvimos que enfrentarnos a este confinamiento restrictivo, nuestras prioridades cambiaron. Muchas personas tuvieron que encerrarse solas, sin ningún tipo de compañía, y esto también les podía llegar a afectar mental y psicológicamente. Necesitamos una válvula de escape que nos permita olvidarnos de los problemas, aunque sea por unos minutos, y descargar la tensión que podamos haber acumulado. Y el porno es perfecto para eso, porque además hoy en día encontramos contenido para todos los gustos en cualquier plataforma pornográfica.

Beneficios y peligros del consumo de porno

No vamos a convertirnos ahora en adalides del conservadurismo y explicar por qué el porno puede ser peligroso si se convierte en una obsesión. Está claro que la pornografía en sí no es ni mala ni buena, y será el uso que le demos lo que la convierta en una u otra cosa. Los beneficios del porno son más que evidentes, y durante la pandemia los hemos podido comprobar. Nos permite alejar los malos pensamientos, evadirnos de los problemas y descargar tensiones, así como conocernos mejor a nosotros mismos en el terreno sexual. El problema llega cuando se convierte en una obsesión, y empezamos a consumirlo de forma desatada, afectándonos a nuestra vida social e incluso laboral. Todo puede ser positivo en su justa medida, y la pornografía también entra dentro de esa aseveración.